Biografia de Francis Bacon

Francis Bacon

Francis Bacon

Nacio  el 22 de enero de 1561 en Londres.
En 1573, junto con su hermano Anthony ingresa en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, donde las influencias filosóficas que allí recibirá le apartarán pronto del aristotelismo al cual clasificará posteriormente como un pensamiento estéril. En 1576 con el fin de cursar la carrera de derecho ingresa en el Gray’s Inn, pero en 1579 la muerte de su padre lo obliga a regresar súbitamente a Londres debido a los problemas económicos que esto provocó.

En 1584 siendo ya abogado, Bacon da comienzo a su carrera política, siendo miembro de la Cámara de los Comunes.

Como estadista, Francis Bacon alcanzó los puestos más altos en la gobernación de Inglate­rra. Pero si en conseguirlos desplegó su capaci­dad intelectual, no intervino menos su capacidad para la intriga, su deslealtad para con los amigos y su inmensa ambición. Precisamente su actua­ción en la vida pública inglesa ha perjudicado su reputación en sus otros aspectos de filósofo y escritor y a nadie, mejor que a él, se puede aplicar lo del moralista que no sigue sus propios consejos.

Más de la mitad de su vida pasó Bacon tratando de alcanzar lo que su ambición le dictaba. Su turbio proceder no le sirvió para alcanzar el tan ansiado favor de la reina. Cuando ésta murió, Bacon tenía 42 años. El sucesor, Jacobo I, le fue más propicio y con él consiguió los máximos cargos ambicionados. Pero no supo, una vez en la cima como Lord Canciller, ser leal a la confianza depositada en él. Se le acusó de haber cometido en su cargo veintitrés delitos de corrupción. Cierto es que Bacon, según iba ascen­diendo, perdía las amistades y llegó a tener muchos más enemigos que amigos. Bacon se re­conoció culpable y apenas pudo, con su defensa, aminorar la gravedad de las inculpaciones. Des­pués de la condena y de la pérdida de todos sus cargos, se retiró a una posesión familiar y se dedicó al estudio y a sus tareas filosóficas y lite­rarias.

Como filósofo, a Bacon se le suele considerar fundador de la filosofía moderna, en su tenden­cia empírica, y padre de la moderna investiga­ción científica; pero ambas cosas resultan exage­radas. Bacon tuvo el mérito de considerar insu­ficiente el escolasticismo y tratar de exponer un nuevo método de investigación mediante el co­nocimiento minucioso de la naturaleza, prescin­diendo de todos los prejuicios que procedieran de las ideas aceptadas sin comprobación o de opiniones de autoridades antiguas tenidas como dogmas. Pero él mismo no fue demasiado conse­cuente con sus propósitos, y, en su filosofía, hay todavía mucho de escolasticismo y de pre­juicios aceptados sin examen. Aspiró a superar, en su Instauratio Magna, la autoridad (entonces casi absoluta) de Aristóteles, cuya influencia, sobre todo en las ciencias naturales, impedía investigar libremente. Con ese mismo fin escribió suNovum Organum, en el que exponía un nuevo método de razonamiento inductivo me­diante la observación minuciosa que sustituyera al método deductivo basado en la abstracción y en las autoridades antiguas. Trató de que el co­nocimiento se bastara en la experiencia sensible ayudada por el intelecto, pues la observación había de completarse con la reflexión metódica y con la experimentación. Negaba la existencia de las ideas innatas. Los prejuicios de los que debía huir el investigador eran clasificados por Bacon en cuatro grupos a los que llamabaidola (ídolos) y eran los prejuicios procedentes de la propia especie humana; de la personalidad indi­vidual; de las relaciones con las demás personas y de las autoridades antiguas y contemporáneas.

El inconveniente de la labor filosófica de Bacon, de indudable valor en su intención, es que su autor no profundizó suficientemente y nunca pasó de ser un simple aficionado en sus investi­gaciones, en las que ni siquiera aplicó los méto­dos que propugnaba. No sintió demasiada curio­sidad por la ciencia de su tiempo y así ignoró o desdeñó los trabajos decisivos de Copérnico, Kepler, Galileo y Vesalio.

Gran parte de su fama descansa, sobre todo, en sus Ensayos. La denominación de Essays (ensa­yos) no tiene del todo la acepción que moderna­mente se da a ese género, sino la de reflexiones e intentos de sopesar y valorar un tema cual­quiera. Los ensayos abarcan temas muy di­versos, desde los proyectos ideales para la cons­trucción de un palacio o la de unos jardines, hasta los aspectos característicos del matrimonio y la soltería, con otros tradicionales sobre la ira, la envidia, etc., y otros muchos dedicados a temas políticos y de gobierno.

Los Ensayos de Bacon están escritos en la prosa inglesa más condensada y sencilla que jamás se haya escrito; por eso su lectura requiere mucha atención. Aunque Bacon rechazaba el escolasticis­mo y la dogmática aceptación de autoridades an­tiguas, sus ensayos están cuajados de citas lati­nas; pero en sus tiempos eso no era tina dificul­tad para el lector culto, ya que el latín seguía siendo el idioma científico y filosófico y de cuantas obras pretendieran un mínimo nivel de seriedad en el mundo del saber.

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